Elementos necesarios en las estrategias de seguridad alimentaria

La seguridad alimentaria, circunscrita a una nación, se refiere a la condición en la cual todas las personas habitantes de ese territorio disponen, en forma oportuna y permanente, de acceso a los alimentos que necesitan, en cantidad y calidad aceptables para su adecuado consumo y utilización biológica. 

Según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la población mundial superará los 9.000 millones de personas en 2050 y la demanda de productos agrícolas se incrementará entre un 60 y 70 %, situación que se acompaña del impacto que tiene los efectos del cambio climático y los conflictos regionales en la producción y distribución de alimentos, con exceso de lluvias o sequías o la interrupción de cadenas de abastecimiento por clima o geopolítica. 

En esa línea, las acciones que caminen a garantizar la disponibilidad y acceso de los alimentos son imperiosas, pero ¿cuáles elementos deben de estar presentes en dichas acciones para garantizar su abordaje integral y efectivo?

Como primer punto se hace indispensable tener un norte claro que permita alinear a todos los actores bajo un objetivo común, por ejemplo, seleccionar el tipo de cultivo que se impulsará, ya sean granos, frutas, hortalizas u otros, así como la zona en la que se va a desarrollar, priorizando los productos que satisfagan las necesidades del mercado interno. Como segundo elemento clave para el éxito es la inserción de tecnología en el proceso agro, hoy sistemas y dispositivos permiten cosechar la tierra de forma más productiva y con un mejor aprovechamiento de los recursos. Y el tercer punto, imprescindible para que los dos elementos anteriores ocurran, es el fondeo de las iniciativas a través de financiamiento con condiciones positivas para los productores.

Distintas naciones caminan en esfuerzos en esa línea, trabajando desde la construcción conjunta de iniciativas que garanticen el acceso a los alimentos a la población, favoreciendo la competitividad del agro y haciendo foco en la sostenibilidad económica, social y ambiental de la producción. Lo anterior de la mano de inversiones orientadas principalmente en la transformación tecnológica del agro. 

Grandes referentes como Israel llevan camino adelantado con soluciones nacionales que han venido a dar respuesta a los retos de la seguridad alimentaria, acciones tan contundentes como que el 87% del agua tratada en Israel se transfiere a usos agrícolas, la tasa más alta del mundo.

Lo que sí se hace evidente es que las labores encaminadas hacia la seguridad alimentaria no son exclusivas de un sector. Solo aquellas acciones que promuevan la participación de banca, organizaciones públicas, academia, sector empresarial, organismos internacionales y entidades gremiales de productores, por decir algunos de los actores, conseguirán la mayor eficacia que va de la mano de ese involucramiento intersectorial.